“Se resfriaron los sapos” de Marcela Guiral

Daniel Sepúlveda - Influencer literario y experto en marketing

By Daniel Sepúlveda

En el amplio universo de la literatura infantil y juvenil latinoamericana, hay libros que, con una sencillez conmovedora y una fuerza emocional arrolladora, logran abrir espacios de reflexión que van mucho más allá de sus páginas. Se resfriaron los sapos, de la escritora colombiana Marcela Guiral, es una de esas obras imprescindibles. Ganadora del Premio Barco de Vapor en 2015 y recientemente reeditada por Panamericana Editorial en una nueva y bella edición ilustrada por Andrés Rodríguez, esta novela regresa para tocar fibras profundas en lectores de todas las edades.

Una novela sobre el dolor y la resiliencia

Ambientada en el pueblo minero de Yolombó, en Antioquia, Se resfriaron los sapos relata la historia de la familia Restrepo, que enfrenta una tragedia cuando el padre desaparece tras un derrumbe en la mina donde trabaja. El hijo mayor, Otoniel, asume entonces el difícil papel de observador y narrador, lidiando con la incertidumbre, la angustia y la necesidad de entender una pérdida que sacude los cimientos de su familia. En medio del duelo, el relato ofrece una mirada sensible sobre el amor, la resistencia cotidiana y el valor de seguir adelante.

Lejos de melodramas, la novela apuesta por la honestidad emocional. A través de un lenguaje poético pero directo, Marcela Guiral presenta personajes profundamente humanos y situaciones realistas que invitan a la empatía. La figura del padre, omnipresente incluso en su ausencia, representa la esperanza y el amor incondicional, mientras que los hijos, con sus miedos, manías y fortalezas, retratan las distintas formas de enfrentar el dolor.

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Un realismo con toques poéticos y simbólicos

Uno de los aspectos más destacados de la novela es su atmósfera cargada de simbolismo. El estanque lleno de sapos, que Otoniel detesta pero que su hermana pequeña considera sus amigos, es más que un detalle pintoresco. En esa tensión entre lo que incomoda y lo que reconforta, entre lo feo y lo bello, se instala una de las metáforas centrales del libro: cómo lo que parece insignificante puede tener un profundo valor afectivo y emocional. El título mismo, Se resfriaron los sapos, evoca esa sensibilidad tan propia de la infancia, en la que los animales, la lluvia y la enfermedad se entrelazan en una lógica mágica y profundamente empática.

Una obra para jóvenes que buscan comprender el mundo

Pensada como una novela para jóvenes lectores, Se resfriaron los sapos no subestima a su audiencia. Al contrario, la desafía con preguntas sobre la muerte, el abandono, la pobreza y la esperanza. Su valor pedagógico es innegable: propone una lectura que estimula la reflexión y el crecimiento personal. Por ello, no es de extrañar que también forme parte del listado Los mejores libros del Banco del Libro de Venezuela en 2017.

Los personajes están delineados con precisión y humanidad. Ana, Abril y Otoniel no solo son representaciones de una niñez marcada por la ausencia y la lucha, sino también portavoces de un tipo de sabiduría que nace del dolor. La novela invita a comprender las diferencias, a respetar los silencios y a valorar las formas distintas en las que cada persona transita el duelo.

Marcela Guiral: la autora que narra desde la memoria

Marcela Guiral nació en Yolombó, el mismo lugar donde se sitúa la historia. Bibliotecóloga, docente e investigadora, es también una lectora precoz: a los 11 años ya había descubierto a Kafka y otros clásicos de la literatura. Su formación académica incluye una maestría en Educación Superior en Salud y un máster en Promoción de Lectura y Literatura Infantil, lo que da cuenta de su enfoque profundamente humano y literario a la vez.

Guiral reconoce que la escritura le nació como una necesidad natural, casi orgánica. Su infancia en un entorno rural, las historias que escuchaba del chancero del pueblo y la biblioteca como refugio fueron elementos clave que moldearon su sensibilidad narrativa. Esa mezcla entre lo cotidiano y lo mágico, entre lo íntimo y lo universal, se respira en cada página de Se resfriaron los sapos.

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Una edición que también narra desde la imagen

La nueva edición cuenta con ilustraciones de Andrés Rodríguez, uno de los ilustradores más destacados de Colombia. Su estilo, dominado por tonos oscuros como el gris, negro y marrón, contribuye a reforzar la atmósfera sombría y melancólica del relato. Rodríguez, galardonado en certámenes internacionales como la Bienal de Ilustración de Bratislava y la Feria del Libro Infantil de Bolonia, logra aquí un trabajo visual que dialoga con la historia, sin sobrecargarla, aportando matices emocionales y una estética coherente con el trasfondo de la trama.

Una historia que perdura

A diez años de su publicación original, Se resfriaron los sapos demuestra su vigencia. No solo como testimonio literario de una realidad social —la de las familias mineras en Colombia—, sino como una obra que habla de sentimientos universales: la pérdida, la espera, la esperanza. Su reedición no es un mero ejercicio nostálgico, sino una oportunidad para que nuevas generaciones se acerquen a una novela profundamente conmovedora.

En un mundo en el que muchas veces los libros para jóvenes caen en fórmulas repetidas o en historias superficiales, la obra de Marcela Guiral se presenta como una apuesta valiente, sincera y necesaria. Se resfriaron los sapos es, sin duda, una lectura que deja huella.

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